Reflexiones de Lealtad
Esto más que un texto, es una expresión de agradecimiento. Porque así me siento con ustedes. Porque así es lo que quiero brindarles. Mi total apoyo y absoluta lealtad. Saben lo que me cuesta largar calidez humana... pero poco a poco voy aprendiendo. Los quiero. Gracias.
Me impera esta necesidad. Me puede el capricho. Me quema el deseo. Me gana el apuro... pensamientos frecuentes en quien tiene deudas pendientes con alguien o con algo. Cada quien sabe el veneno que puede llegar a resultar saber que está “atado” a algo que hizo o dijo. Pero no siempre es nocivo...
...también están esas “dulces condenas”, a las cuales gustosamente nos sometemos solamente por recordar algo que nos da un gusto. No necesariamente conveniente, pero gusto al fin. Y la felicidad no se trata más de eso: Complacer y complacerse. El justo equilibrio. A lo que nos lleva la “atadura propia”... la que es gustosa... la “lealtad”...
...no lo niego. Son mi fuerza y mi debilidad. Mi felicidad y mi angustia. Mi alegría y mi dolor. Mi vida y mi muerte (Porque seguro que soy capaz de dar mi vida por ustedes). No hay duda de que con ustedes llegó y con ustedes anhela seguir, dando todo de sí por y para ustedes. Pero esta amalgama se da por la dualidad: Tenerlos en espíritu y no tenerlos en persona. Evidencia de que gravita más.
Porque no hay nada que no merezcan. Siempre luchen por lo que son leales y fieles a uno mismo y a los suyos. Que es la fuerza de la unidad la que los (y nos) lleva más lejos. Que ningún buitre devorará a quienes valoramos, porque ahí estaremos todos para defendernos de cualquier adversidad.
La gratitud le precede. Ahora debe seguir su reto. Su duelo. Su promesa. Pero nunca olvidándolos y siempre recordando que es por los lazos a los que le es leal que sigue en pie y que mientras crea en ellos, no será derribado fácilmente. Mira sobre su hombro... sabe que allí están. No los olvida. La “atadura”... la lealtad, lo impide. Pero así es como debe y quiere ser. Totalmente conforme y agradecido, sigue el viaje.
...también están esas “dulces condenas”, a las cuales gustosamente nos sometemos solamente por recordar algo que nos da un gusto. No necesariamente conveniente, pero gusto al fin. Y la felicidad no se trata más de eso: Complacer y complacerse. El justo equilibrio. A lo que nos lleva la “atadura propia”... la que es gustosa... la “lealtad”...
...no lo niego. Son mi fuerza y mi debilidad. Mi felicidad y mi angustia. Mi alegría y mi dolor. Mi vida y mi muerte (Porque seguro que soy capaz de dar mi vida por ustedes). No hay duda de que con ustedes llegó y con ustedes anhela seguir, dando todo de sí por y para ustedes. Pero esta amalgama se da por la dualidad: Tenerlos en espíritu y no tenerlos en persona. Evidencia de que gravita más.
Porque no hay nada que no merezcan. Siempre luchen por lo que son leales y fieles a uno mismo y a los suyos. Que es la fuerza de la unidad la que los (y nos) lleva más lejos. Que ningún buitre devorará a quienes valoramos, porque ahí estaremos todos para defendernos de cualquier adversidad.
La gratitud le precede. Ahora debe seguir su reto. Su duelo. Su promesa. Pero nunca olvidándolos y siempre recordando que es por los lazos a los que le es leal que sigue en pie y que mientras crea en ellos, no será derribado fácilmente. Mira sobre su hombro... sabe que allí están. No los olvida. La “atadura”... la lealtad, lo impide. Pero así es como debe y quiere ser. Totalmente conforme y agradecido, sigue el viaje.
2 Comments:
Solo te digo lo q momentos antes te informe.
En el "amor" y la "guerra" por algo o por alguien todo vale.Yo ya te explique porque dije eso.
Me despido cuidate!
Muchas gracias por el aporte, señorita. Siempre he visto con buenos ojos sus aportes y análisis, lástima que no manifiestes la gran mayoría. Jejeje.
Me gustó y convenció la explicación y es cierto que los impulsos más fuertes nos llevan a exceder los límites por lo que creemos y queremos.
Gracias por todo Vicky. Beso y cuídate
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