¿Espejismos o realidades?

Pasa el tiempo y nuevas vidas que envejecen nuestra historia... Es a partir de las experiencias, tanto nuestras como de los nuestros, que crecemos y nos definimos. Y aquí la intención de estos espejismos... estas formas de ver. Por medio de un relato quizás desvirtuado, expresar algo, con la esperanza de que quienes lean, lo encuentren de su mayor utilidad posible.

(Los textos se ubican en orden inverso de publicación. Es decir, el más reciente primero)

Fiera eterna




A veces los golpes nos debilitan y nos aplacan. Pero otras logran sólo despertar a o más incisivo del espíritu que llevamos dentro.




La adversidad aparece de varias maneras
para interponerse en el camino de los sueños,
pero por más intentos que estas tengan de veras,
seguiremos siendo siempre nuestros propios dueños.

Los golpes que se hacen múltiples y muy variados,
que sólo aspiran a mermar el temperamento.
Aspirando a tener el miedo como su aliado,
sólo podrán llevarse consigo su lamento.

Las garras que tras cada azote dejan marcas
y suelen creer que en su constancia harán daño,
deberán de saber que sólo nos dan más armas
y que todo su esfuerzo es frío como el estaño.

Temen que con filos no detendrán esta fiera,
ya que con cada corte sólo se hace más fuerte.
Ya no pueden actuar más como ellos lo quisieran...
si su presa jamás pensó entregar su suerte...

El duelo finaliza tras un inmenso desgaste.
Pero con un resultado por demás de improbable.
Quienes quedan huyen sin entender el desastre
que les hizo un demente con fuerza inquebrantable.

Más allá de la tempestad



Por más fuerte que sea algo, no es lo correcto permitir que nos sobrepase. En tiempos oscuros es cuando la mayorluz debe brillar, la cual siempre existe oculta y pronta para relucir y despejar todo miedo.



Las desaveniencias pueden presentarse de toda forma, más allá de que queramos o no su manifiesto. La vida no siempre nos dará en bandeja de plata la felicidad servida y los sueños realizados, sino que hay veces en las que tendremos que dar todo nuestro esfuerzo para concretar el ideal. Más allá de que incluso al principio sólo parezcamos alejarnos del mismo.


El vendaval azota no siempre por molestar, sino que a veces por probar la voluntad del ser humano. Para que uno mismo sea capaz de ver y sentir hasta donde es capaz de llegar en busca de lo que tanto anhela o dice anhelar. Para incitarnos a desafiar el viento y poder revertir el ciclo por algo que queremos.


Incluso, lamentablemente, hay veces que lo que muchos llaman "justicia" es lo último que aparece. Es decir, que simplemente nos entregamos a nuestra resignación por saber que no fue capaz de concretarse y que provisoriamente se falló en la misión. En ese preciso momento donde lo más sencillo pareciera ser entregar al olvido todo el esfuerzo y el sacrificio que implicó llegar hasta este punto.


Pero es ahí donde más uno ha de plantearse el reaprontarse para la retribución. De subsanar las heridas y conseguir aún más fuerza para hacerle frente al nuevo escollo. Donde se ha de plasmar la verdadera intención de seguir adelante y donde se ha de mostrar al oponente que se le respeta, pero que jamás se le teme. La convicción podrá entonces mucho más que cualquier freno y eventualmente mostrará la recompensa.


Es quizás el momento más adecuado para seguir adelante. Rearmándose, puliéndose y afinándose. Proseguir en busca del sueño, porque más allá de cada fallo, se esconde un nuevo progreso y una experiencia adquirida. Detalles que nos permiten estar mucho más cerca de los sueños si nos permitimos volver a intentarlo. Cada vez con más fuerza y tenacidad, hasta que al final del camino, el sueño sea realizado y mucho más disfrutado por el valor de una victoria que saca lo mejor de cada ser.



Revolución abierta



En alguna que otra ocasión debemos de pensar en que tanto se puede mover uno para cumplir los sueños. Donde está el límite y hasta donde va el verdadero potencial y cuando se vuelve una capacidad.


Ha costado creerlo. En un panorama por demás de árido en el que parecía un crimen letal el soñar con una nueva suerte, el permitirse imaginar que la reversión existe, el esperar que los vientos cambien su curso… todo parecía improbable. Pero tan improbable como los eventos fueron las intervenciones de los artífices para que tal giro se materializara.

Habiendo nacido de la voluntad de los hombres ese deseo por el cual las cosas pudieran ser mejor para ellos mismos, y a su par para sus semejantes, era cierto que el objetivo debía de ser muy arduamente trabajado y que el procedimiento iba a ser largo y difícil, pero la recompensa que esperaba al final del trayecto hacía meritorios los sacrificios pertinentes para llevar a cabo una odisea.

Las caídas se presentaron. Era hipócrita pensar que no las habría, pero se habían preparado para superar las desventuras del recorrido y hacerse más fuertes a cada paso, siempre en busca del sueño y teniendo como mayor arma el puro propósito de la misión: No era desafiar a los agresores, sino era el recuperar la felicidad que era suya por derecho natural. Derecho que alguien se atrevió a quitarles y ahora anhelaban recuperar.


La revolución ya se había dado, pero no sólo en el escenario en el que estaban situados, sino que además ya había triunfado en sus propios seres: La intención había sacado a relucir lo mejor de ellos mismos para poder usarlo en pos de un fin por demás de significativo y con la esperanza que se propagara con el soplo del viento en todas las direcciones.

Poco a poco, dándose cuenta del nivel que habían adquirido, si bien sabían que no era el máximo de su tremendo potencial, habían sido concientes de que se había superado el temor y la frustración: Sólo existía en ellos el coraje para seguir el forcejeo y seguir adelante. Su voluntad se había vuelto inquebrantable. Fundamentada por distintas razones en cada quien, pero ya sin posibilidades de ser desbaratada.


Los eventos sólo deben seguir el curso natural… sólo debe fluir el paso del tiempo para que la realidad y la imaginación se mimetizen al punto en que una sea la otra y viceversa. Ya el cielo despejaba y se veía un nuevo brillo en el horizonte… el propósito se ha cumplido.


Y así como ellos, quienes presenciaron los eventos entendieron que el primer cambio nace en uno y mientras se tenga el valor suficiente y la voluntad exista, no hay propósito que no se pueda dejar de alcanzar por más lejano que parezca y más adverso que este se manifieste. Y que sin importar lo que pase, es el sueño el que nos muestra el final del camino. El que vale la pena realizar.